por Araceli Teixidó
Comentario del artículo ‘LA VIDA SE COMPLICA MUCHO CUANDO CONTINUAS ADELANTE CON UNA DENUNCIA’
Esta nota recoge el malestar de los profesionales sanitarios ante la agresividad que llega a sus consultas. Este malestar debe ser escuchado y atendido. Las medidas de protección que se han procurado para ello son necesarias y útiles como límite. Ahora bien, como revelan otros estudios[1], no son suficientes.
Por mi parte, he estado estudiando este fenómeno durante algunos años[2] y compartiré a continuación una de las conclusiones a las que he llegado.
Centraré mi comentario en una frase de la breve nota reseñada: la entrevistada quiere dejar claro que las carencias que pueden llegar a sufrir tanto los enfermos como sus familiares, no son responsabilidad de los profesionales. No dispongo de más datos sobre esta afirmación pero, al menos tal como la expone aquí, no sé si estoy de acuerdo con ella.
¿Qué quiere decir que la responsabilidad no es suya?
¿Que no tiene que ver con su causa? Por supuesto, estoy de acuerdo en este punto, si lo interpretamos así: debemos notar que los pacientes y sus familias pueden llegar al servicio médico ya en un estado de agitación, malestar e incluso agresividad notables. Es decir, ese malestar lo traían de fuera y no es producto de la relación asistencial. Ocurre con cierta frecuencia aunque no sean más que un pequeño porcentaje.
¿O quiere decir que no corresponde al profesional ocuparse de ese malestar provocado por carencias añadidas a la falla biológica por la que se consulta? Porque si se trata de eso, propondría pensarlo con más detenimiento.
¿El profesional sanitario se ocupa del cuerpo entendido como un mecanismo que hay que arreglar? ¿O se ocupa de un cuerpo vivo afectado por las palabras y las relaciones? Porque si la vida del paciente tiene algo que ver en la enfermedad, aunque solo sea porque la enfermedad influirá en su vida, quizá el profesional tiene alguna responsabilidad sobre el malestar del paciente. Es decir, es responsable de la respuesta que dé a la presentación de ese malestar.
En otras palabras, si bien el profesional puede no ser responsable del malestar del paciente, sí que es responsable de la respuesta que le dé. Si nos centramos en el tema de las agresiones, podemos decir que, a menudo, el profesional no es responsable de la agresión del paciente – ni de aquello que la ha motivado – pero sí que es responsable de la respuesta que va a dar a eso. Porque no hacer nada, no decir nada, prescindir de ello, también constituirá una respuesta para el paciente si estaba pidiendo algo en ese punto[3].
Podríamos incluso llegar a preguntarnos si las agresiones tienen que ver con la inatención de una demanda, pendiente de interpretar, sobre esos malestares.
Notas:
[1] En los informes de agresiones de la OMC de 2015 se señalaba que las mismas habían crecido un 5% y en 2016, un 37.5 %. Y eso a pesar de todas las medidas de seguridad y formación implementadas. http://medicosypacientes.com/articulo/las-agresiones-medicos-aumentaron-un-494-en-2015-con-361-casos
http://www.cgcom.es/sites/default/files/u183/np_agresiones_a_medicos_datos_2016_16_03_17.pdf
[2] Defendí hace pocos meses una Tesis doctoral en filosofía sobre este tema en la UAB. Una crítica al principio de autonomía desde la perspectiva de psicoanálisis. El caso de la violencia contra los profesionales sanitarios.
[3] En cuanto al título, del que la nota no recoge nada, les remito a otro de Guy Briole en el que señala que la denuncia no hace más que ahondar en el desconocimiento del propio inconsciente. Briole, G. “Le pharmakos au XXIe siècle” en Lacan Quotidien 517 http://www.lacanquotidien.fr/blog/wp-content/uploads/2015/06/LQ-517.pdf