En la mesa, de izquierda a derecha, Araceli Teixidó, María José Fernández de Sanmamed, Santiago Castellanos y Mar Yuste
por Araceli Teixidó*
Venimos en busca de palabras, cada uno las suyas**. Palabras que surgen de eso que resuena cuando el encuentro difícil tiene lugar, cuando lo inesperado aparece en el gesto rutinario que nos tranquilizaba.
Palabras para decir mejor, palabras para dar una mejor forma a eso guardado en el cuerpo, en el cuerpo de cada uno. Palabras que surgen de eso que resuena… en el cuerpo vivo, que es donde las cosas resuenan, en ningún sitio más. Y a veces, como decía Vinyoli, resoldre en poema l’estranya inquietud que et puny[1]. Resolver en poema la extraña inquietud que te hiere.
La herida. Miguel Hernández decía: con tres heridas yo: la de la muerte, la de la vida la del amor…
En la Red psicoanálisis y medicina nos hemos propuesto seguir de cerca la actualidad de dos cuestiones médicas que se están regulando por ley y que tocan el amor y la vida, es decir, el sexo; y la muerte. La ley trans y la ley de la eutanasia, ambas leyes concerniendo a aquello que en psicoanálisis llamamos lo real. Lo real que nos hiere, que nos marca. El amor, la vida, la muerte. Marcas, para las que no tenemos la palabra justa y que, sin embargo, nos hacen hablar, nos hacen hablar mucho. Es que abren agujeros en la trama de nuestra vida, de la de cada uno.
El tratamiento de estas marcas ¿médico? A veces. Pero no solo. Eso es terreno de los poetas, de lo humano, de cada uno que sin saber nada se encuentra con ellas y con ellas se tiene que apañar. Los profesionales lo compartimos, pero es de ellos primero y no conviene expropiarlo para tratarlo desde una sola disciplina.
Marcas que no se pueden generalizar a pesar de que a todos les, nos, llegan, con suerte. Siempre íntimas, siempre devolviéndonos a una soledad original, siempre empujándonos al encuentro de las palabras que nos acercan al otro. Solitarios, solidarios siguiendo otras palabras del poeta[2].
Terreno de la poesía, terreno, finalmente, del psicoanálisis. Allí donde se trata de palabras que tocan y hacen al cuerpo. Dónde se acogen los decires, uno por uno.
La ley de la eutanasia no abre ninguna herida, al contrario, ha supuesto un alivio. Cura algo que mortificaba al humano. Resuelve con su aparición un problema general de la medicina, cuya potencia moderamos por distintos mecanismos, también por la eutanasia. Sin embargo, en la intimidad de cada acto médico puede surgir una grieta, una fractura. Esa grieta, a veces tomará la forma de una pregunta para ser trabajada, creo que es el mejor de los casos, otras veces será como un trauma que queda enquistado y a la espera de que algo venga a permitir un desciframiento.
La cuestión es que no podemos eludir el hecho de que somos seres de palabra, que estamos hechos de ellas y de lo que escapa entre ellas, de palabras, de silencios, de malentendidos también. De las palabras que surgen de esas marcas.
La formación en psicoanálisis recurre a los textos y a la obra de autores de distintas disciplinas pero siempre desde la lectura singular, siempre desde las consecuencias que para cada uno se abren y de las que se deberá hacer cargo. Más cerca de la ética que de la ciencia, la formación en psicoanálisis se hace entre varios pero se lee en clave de cada uno, es apropiada, hecha propia, con las propias palabras.
Hoy vamos a hablar, nos proponemos una tarde de trabajo acerca del alivio que ha supuesto la regulación de la eutanasia pero también del golpe que de repente deja una marca sobre la que habrá que hablar. Vamos a tejer con palabras, entre todos, pero para cada uno, solo, algo que nos forme de otro modo para poder estar al lado de aquello que puede herir. Solitarios en el acto, solidarios al hablar.
Agradecemos a Josep Maria Alejandre, actor, su lectura de poesía hoy. Las palabras de otros poetas irán acompañando la tarde y el trabajo para tensar las cuerdas a las resonancias de la lengua.
Agradecemos mucho los textos que algunas médicas, enfermeras y psicoanalistas han escrito para el trabajo preliminar. Han circulado por las redes en estas semanas previas y los encontraréis todos en la página web. Ellos nos han traído sus sentimientos encontrados frente a las demandas de eutanasia, frente a cada demanda. Acerca del deber de no juzgar y, al mismo tiempo, tener que dilucidar con los enfermos el escenario de la solicitud. Acerca de cómo se centra en las técnicas el temor, que sería lo más sencillo de resolver cuando el verdadero reto es cómo acompañar. La conmoción de los valores, la soledad. Nos dice una enfermera ¿cómo se podría ser objetivo ante tal desafío profesional y ético? ¿Qué es ese sufrimiento que el paciente manifiesta? Y nos habla de la importancia del tiempo de poder preguntarse y preguntar. Otra médica nos habla de lo racional y de las otras causas que también intervienen ahí. Y de cómo conjugar el espacio íntimo y público que se plantea. De la incertidumbre, del rigor necesario. Quizá no podemos ser objetivos del todo, pero conviene ser rigurosos, me pareció una buena palabra. Y un psicoanalista nos plantea cómo hacerse depositario del mensaje íntimo de aquel para quien el lazo con la vida se ha quebrado. ¿Cómo se prepara uno para eso? Nos dice otro. Y acerca del sufrimiento en la enfermedad mental, un psiquiatra nos interpela ¿es más libre el neurótico en sus decisiones que el psicótico?
Preguntas todas ellas sinceras, íntimas, que también nos conmueven y nos ayudan a encontrar las propias, las que conviene plantearse para mantener abierta la disponibilidad a acoger lo más singular de lo que cada enfermo va a depositar ahí. Creo que han acompañado de modo excelente el camino que nos ha traído hasta aquí.
Agradezco el trabajo de la comisión que hoy se precipita, como los cristales. Han sido unos meses de trabajo muy estimulante, trabajo que viene de lejos, de antes de preparar estas jornadas y que en ellas tiene uno de sus mojones, con los que vamos marcando el camino recorrido. También, especiales gracias a Elena Serrano y Silvia Grases por el trabajo codo a codo en la difusión.
Agradezco a todos los ponentes y moderadores de mesa que han preparado el trabajo con antelación. Y a la sala que habéis aceptado el reto de conversar de algo difícil pero esencial ¿Cómo concluir? Porque no sabemos cuándo empieza y, a veces, no nos damos cuenta de cuando acaba, pero en el procedimiento de la eutanasia hay un momento en el que se llega a una conclusión y se realiza el acto de acompañar a la muerte a quien la pidió. Decir sí, decir no, decir otro día, es un acto que cambia la vida de quien lo escucha quizá y también puede cambiar la vida de quien pronuncia ese sí, ese no, ese sigamos hablando.
El acompañamiento médico y enfermero, también el psicológico cuando es necesario, no son de puro trámite. Esperamos que a lo largo de la tarde podamos ir dando vueltas a esta cuestión de las marcas, de lo único que cada uno encuentra en un camino que muchos recorren. De lo único, de lo que nos devuelve a la soledad, de lo que nos convoca hoy. De lo que nos une y nos hace solidarios para seguir conversando.
[1] Vinyoli, J. «Domini màgic.» En Poesia completa, de Vinyoli. J., 357-384. Barcelona: Edicions 62, 2014. p. 381
[2][2] Ibíd. P. 382
*Araceli Teixidó es psicoanalista en Barcelona, miembro de la ELP y la AMP. Docente del Instituto del Campo Freudiano. Coordinadora responsable de la Red Psicoanálisis y Medicina.
**Apertura de la 6a. Jornada de la Red Psicoanálisis y Medicina que tuvo lugar en Barcelona el 3 de noviembre de 2022 con el título «Eutanasia ¿cómo concluir?»