por Miguel Ángel Vázquez

Comentario del artículo: CUIDAR ADEMÁS DE CURAR

El título de este artículo evoca una frase atribuida al Dr. Albert Jovell[1] “puedo aceptar que no me curen, pero me costaría aceptar que no me cuiden”.  Este y otros artículos e intervenciones muy interesantes sobre “cuando el médico se convierte en paciente”[2],[3], abordan una cuestión que es fundamental, la separación actual cada vez más marcada entre enfermedad y enfermo. La medicina científica trata la enfermedad del organismo con ayuda de la técnica y se encuentra cada vez más superespecializada. El organismo es su objeto, pierde así la referencia global de la persona que viene a perturbar su modus operandi. Para el enfermo, la enfermedad es un artefacto que se aloja en su complejo modo de vida y lo altera.  Para él, el organismo no existe en tanto tal aunque lo tenga. Pero sí tiene un cuerpo del cual cada persona tiene una imagen y ciertas ideas sobre su funcionamiento íntimamente anudadas a su forma de vivir la vida en la que las relaciones con los otros ocupan un lugar central. Nada de esto concuerda con las leyes del funcionamiento del organismo.

Médico y paciente se sostienen en dos lógicas de funcionamiento totalmente diferentes aunque ambos se crucen convocados por la enfermedad. Este encuentro, que en la medicina tradicional era natural, ahora resulta extraño y a menudo estragante. Las referencias para el saber médico son objetivas y las opiniones subjetivas del paciente sobre lo que le ocurre se hacen irrelevantes y su sufrimiento altera la obtención de datos fiables.

El Dr. Escobar[4] afecto de cáncer de páncreas fue sometido a un tratamiento quimioterápico que redujo  mucho el tumor y al referir a un oncólogo su gran mejoría, aquel respondió “eso ya lo veremos”, comentario que lo dejó “absolutamente hundido”. Los estudios estadísticos que seguramente llevaron al oncólogo de decir eso, muestran como su centro de interés era el tumor y los estudios sobre ellos y no valoró que el tumor estaba en una persona que luchaba por su vida. Efectos yatrogénicos se producen en contra del objetivo terapéutico común. El dato médico objetivo se hace equivaler a la verdad y se transvasa al paciente que no funciona en el mismo sistema de interpretación, el sentimiento de vida no es equiparable al buen funcionamiento del organismo.

Estos artículos presentan una situación singular, médicos en posición de enfermo que han sacado consecuencias de la experiencia vivida y les ha servido para repensar su propia práctica tomando en cuenta –esto es lo que me parece más sobresaliente—la importancia crucial en el proceso médico de cosas sencillas, casi nimias en relación a la complejidad de los procesos médico-terapéuticos:  que me cuiden, que me toquen, que me dejen dormir, que no me traten como un niño, que me hablen, que me escuchen, que me miren, ver una cara conocida o una voz amiga, respeto a la intimidad,… No evocan la exigencia de conocimientos complejos de la psicología del paciente, son cosas sencillas que no se vinculan a una protocolización, sino a las bases de la intersubjetividad que se ponen en juego en le proceso de la enfermedad y su tratamiento.  La dignidad está vinculada a aquello que le permite a una persona reconocerse como tal. El lazo íntimo con la vida se sostiene en estos gestos cotidianos, aparentemente nimios pero fundamentales. Estos profesionales dan testimonio de la importancia de incluir esta dimensión humana en los procesos sanitarios a partir de sus experiencias subjetivas que aportan un saber eficiente respecto a una tarea, la médica, que no elude la cuestión ética. El Dr. Agustí en una intervención en el Hospital Clínic, lo especifica de esta manera al dar testimonio de su experiencia que dio paso a una serie de iniciativas que están en marcha. Dijo, “…son reflexiones personales no basadas en la evidencia…”[5]. Demuestra que lo más heterogéneo respecto a la medicina basada en la evidencia forma parte intrínseca del proceso de tratamiento. No ha hecho falta una formación particular y protocolizada, es un saber obtenido a partir de una experiencia subjetiva.

Una formación para los alumnos de especialidades sanitarias tendría que incluir nociones sobre las coordenadas que organizan la subjetividad para poder pensar el valor que tiene el cuerpo para el paciente diferente al organismo a la hora de pensar por ejemplo, qué información se transmite y cómo, tomando en cuenta la diferencia entre vivir y tratar la enfermedad  que pone en juego resortes bien diferentes pero ambos involucrados y eficientes en el mismo proceso.

*Miguel Ángel Vázquez es Psicoanalista miembro de la ELP y la AMP. Psicólogo clínico

[1] https://www.foropremiosalbertjovell.es/la-figura-de-albert-jovell
[2] Cuando el médico se convierte en paciente. Diario La Vanguardia, 23 de julio de 2017.  https://www.lavanguardia.com/vida/20170723/4337447258/cuando-el-medico-se-convierte-en-paciente.html.
[3] Nou setmanes i mitja. Experiencia d’un metge malalt. You-tube.
[4] Ibid. Cuando el médico se convierte en paciente. Diario La Vanguardia, 23 de julio de 2017.
[5] Ibid. Nou setmanes i mitja. Experiencia d’un metge malalt. You-tube