por José Ángel Rodríguez Rivas*

comentario del artículo

https://magnet.xataka.com/un-mundo-fascinante/enhorabuena-la-ciencia-confirma-que-nadie-es-normal 

Recuerdo que en el transcurso de alguna disquisición epistemológica, un tanto jocosa, hace años aventuré que la operación de la Ciencia, como paradigma teo-tautológico contemporáneo sobre las subjetividades, no sería tanto articular una suerte de «Neuropsicoanálisis» (tratar de explicar por medio de mecanismos neuroinmunoendocrinos los fenómenos observables empíricamente en nuestra labor clínica y argumentado, con cierta intención honesta, por parte de algunos colegas) como más bien la de un «Psiconeuroanàlisis»: ese es el futuro, vaticinaba (no habría más que registrar y patentar el nombre). Es decir, sostener los mismos postulados del propio psicoanálisis para, ignorándolo olímpicamente, enunciar sus mismos principios y fundamentos con el recurso a una jerga psicofisiológica muy correcta y creíble. Doble “impostura epistémica”, pues: ningunear lo que otros proclamaron con anterioridad y pretender haber descubierto algo realmente novedoso, forclusión y apropiación.

Et voilá! Muy lamentablemente, ese parece ser el movimiento en el que ya nos encontramos. Dar cuenta de lo que la subjetivación sobre la carne del organismo trae consigo -tanto a niveles epistémicos como teórico-clínicos- es algo de lo que el Psicoanálisis, con su perpetua interrogación sobre su práctica y su producto, no ha dejado de ejercer incesantemente. Tanto menos “evidente” científicamente, cuanto más rigurosamente busca su lógica desde el descubrimiento freudiano del sujeto descentrado, no autónomo y determinado por una historia particular que le antecede y un goce, singular, que condiciona su modalidad de satisfacer y ver el mundo. Pues tampoco debemos olvidar, precisamente, que todo ello fue fruto de un descubrimiento médico, en cuanto que la sintomatología de las primeras pacientes analizadas tenía su soporte en un cuerpo, objeto de auténtica disonancia neuro-psicopatológica.

Que no hay dos seres humanos iguales, que la “normalidad” no deja de ser un concepto estadístico (como no recordar a G. Canguilhem), que No Todo es científico, y menos aún “evidente”, cuando de Humanos hablamos; que el síntoma es sufrimiento pero también posible anudamiento, que no necesariamente hay una relación directa causa-efecto y que, por ello, tampoco existe una estricta proporcionalidad psicopatológica ni clínica etc. son algunas de las consecuencias extraíbles, si somos realmente coherentes con lo que implica el proceso de subjetivación.

En buena lógica, es bien esperable que, poco a poco, la Ciencia -si mantiene lo que ella misma promulga- nos vaya “sorprendiendo” con nuevos “idénticos” hallazgos. Otra cuestión, y no menos banal, es lo que la Técnica haga con todo eso: tampoco queda nada claro que el TecnoCapital, por usar un eufemismo, esté demasiado interesado en según qué conclusiones, por muy científicas que sean.

Por ahora, nos queda el vago consuelo de reivindicar que lo que la Ciencia constata ya lo habían enunciado algunos…mucho antes. Pero, sobre todo, queda la labor de denunciar que el manido “uno por uno” o el “humanizar” la Medicina, pueden ser los más abyectos argumentos en favor de la neoliberal Economía de la Salud o, más bien, la puerta que abra a darse cuenta de que no se pueden separar el testimonio y la posición que cada uno tomó en sus elecciones, de sus sufrimientos y malestares. Que “somos”, si pudiera decirse así, consecuencia de nuestras causas. Y, por último, y en contra de lo que Heidegger estaba convencido, hacer que la Ciencia “piense” un poco… Quien no piensa sino que calcula, eso sí, es el Capital.

*José Ángel Rodríguez Rivas es Doctor en Medicina, psicoanalista miembro de la ELP y AMP, psicomotricista (AEC/ASEFOP) y profesor UWTSD