En la mesa, de izquierda a derecha, Liana Velado, Esperanza Martín, Leonora Troianovski y Albert Planes

por Liana Velado*

El día 3 de Noviembre se celebró la sexta jornada de la Red, su título fue   Eutanasia: ¿cómo concluir? Se presentaron cuatro trabajos  que corrieron a cargo de Santiago Castellanos que tituló su exposición “El tiempo lógico y el acto médico”, Mar Yuste nombró el suyo “A propósito de la demanda de adelantar la muerte”, Leonora Troianovski desarrolló “Objeción y consentimiento. ¿Consentir a qué?” y Albert Planes, “Disfrutar acompañando”. Los cuatro trabajos fueron  muy interesantes y generaron un vivo debate. En todos surgió la dimensión de la subjetividad del médico implicado en el proceso de la eutanasia y también la del paciente que la solicita. La angustia del médico ante su no saber previo y la necesidad de la escucha para transitarla, también la angustia de su propia muerte en el horizonte. Otra noción que abordaron todos los trabajos fue el tiempo, la necesidad de un tiempo para hacer juntos, médico y paciente, un camino de palabra alrededor de ese agujero que es la muerte.

Mis impresiones después de escuchar a los ponentes y a la sala, fueron que no hay un trabajo conclusivo, porque nada va a garantizar a un médico que la próxima vez será más fácil  por el saber obtenido. La experiencia no dará un saber acumulado para la siguiente ni para él ni para otros. La eutanasia es un acto, y un acto produce un cambio en quien lo ejecuta, después de un acto ya no se es el mismo, hay un antes y un después, el médico ya no es el mismo después de ese acto, por eso será otra vez la primera vez si tiene que atender otra petición de otro paciente. Por el otro lado la petición de muerte de su paciente es también un acto que le alcanza y le toca. Por esto cada vez es una experiencia inédita.

Creo que para el médico que objeta, el acto del paciente también le alcanza y decir no adquiere categoría de acto,  que no será sin consecuencias subjetivas para él.

Respecto al tiempo que necesita el médico y que el paciente ya no quiere, a mi me sugería una cuestión de amor entre ambos. Si pensamos la fórmula del amor de Lacan como dar lo que no se tiene, sería entonces una acto de amor acompañar al paciente en ese tránsito hacia la muerte y también por parte del paciente que igualmente acepta dar tiempo.

No hay un trabajo concluido, creo yo, pero sí un “a modo” de conclusión y sería el deseo de seguir trabajando que se contagiaba según discurría la conversación, una conversación que abrochó la voz del actor Josep María Alejandre que con su lectura de unos poemas de Wajdi Movawad, César Vallejo y Jorge Luis Borges nos emocionó.

 

*Liana Velado es psicoanalista miembro de la ELP y la AMP, médica y coordinadora de la Red Psicoanálisis y Medicina. Ella se hizo cargo de las conclusiones el día de la Jorndada en la mesa que clausuró el acto.