Al pie de la letra
Nos encontramos preparando el próximo encuentro “Al pie de la letra”, esta vez de la mano de John Berger y su libro «Un hombre afortunado». Vuelve a interrogarnos ¿qué sostiene a un profesional como Sassall para continuar en el día a día cuidando a personas con experiencias variadas, algunas imaginadas y otras no?
Os invitamos a que compartáis una líneas, como parte del trabajo introductorio al encuentro del próximo día 6 de mayo, con preguntas, dudas o sugerencias a las que os ha llevado la lectura de este libro y que se entrelazan con vuestra experiencia clínica, y que en ocasiones os han interpelado en ese sostener el día el día con encuentros esperados o inesperados.
Responde: Esperanza Martín*
He cedido parte de mi intimidad a mis compañeros y compañeras médicas y enfermeras durante estos últimos meses. Han accedido, como dice Berger, a mi cuerpo cuando más vulnerable y frágil estaba. He estado (¿soy?) enferma.
No conocía a ninguna de las personas que me han atendido durante estos meses.
Eso ha aumentado mi fragilidad.
He sentido esa fragmentación de mi identidad de la que se habla en el libro, esa sensación de no reconocerme a mí misma en ese cuerpo enfermo, esa pérdida involuntaria de identidad.
Y he vivido la incertidumbre atroz de que todos los que me atendieron no supieran nombrar aquello que me ocurría. No he tenido alivio durante meses. No encontré apoyo entre esos desconocidos.
Por eso, al reincorporarme a mi consulta y reencontrarme con mis enfermos, no he podido evitar obsesionarme (como bien describe Berger) con los encuentros presenciales. Necesito desarrollar esos encuentros sosegados en los que poder reconocer esas enfermedades que me cuentan mis pacientes. Necesito, como Sassall, estar atenta a los detalles. Porque ahora sé que eso, en sí mismo, es terapéutico.
¿Seremos, como dice Sassall, capaces de tolerar nuestra incapacidad frente a lo que estamos viviendo actualmente?
¿En qué lugar acabará quedando nuestra responsabilidad de ofrecer servicio (tal y como plantea Berger) frente a la sentida necesidad de muchos profesionales de salvaguardar su cuidado propio?
Ojalá poder identificarme, como señala el libro, con la imagen de esa médica que quiere experimentar todo lo experimentable sabiendo que el paciente, en su totalidad, es y debe ser sagrado.
*Esperanza Martín es médica de familia y comunitaria.