por Graciela Martínez*

Una semana antes de declararse el confinamiento[1], trabajamos en torno a la ética del psicoanalista, la que implica leer de otra manera, no sólo respecto a lo que impone el discurso del amo sino también en relación al propio goce del analista, para lo cual lleva adelante su análisis. Porque si bien es cierto que las bibliotecas movilizan un saber que es importante, que el Psicoanálisis exista depende de que haya psicoanalistas que lo encarnen.

Las normativas actuales debido a la pandemia indican el confinamiento, lo que ha tenido como consecuencia continuar la práctica de otro modo. De otro modo no sólo haciendo uso de la tecnología caso por caso, sino también, porque no es lo mismo la palabra con la presencia real del cuerpo del otro.

Hace unos años, las Jornadas de la Escuela [2] nos permitieron entender que los objetos de la tecnología funcionan como extensión de los objetos a extraídos del cuerpo . Pensemos en el chat que se borra y se vuelve a escribir obsesivamente antes de ser enviado o la posibilidad de ausentarse en un instante y atribuirlo a una falla de internet, estrategias inviables en el cuerpo a cuerpo de una sesión. También pudimos despejar que no es lo mismo el cuerpo vía los objetos a, que el de la sustancia gozante, de ahí la pregunta: ¿Cómo hacer oír ese goce oscuro y silente si no se cuenta con la presencia viva de los cuerpos?

Asimismo constatamos, que puede haber casos en los que si por alguna contingencia el analiZante no puede ir a sesión por un tiempo más o menos prolongado, eso no impide que la transferencia que sostiene su análisis siga trabajando y produzca eventualmente efectos que requieran de la presencia del analista, momento en los que se puede hacer uso de la tecnología pero ¿Es lo mismo que la presencia?

Dicen que la evolución en la tecnología depara avances inimaginables. De momento me anima a escribir estas líneas, pensar que es un desafío no renunciar tan rápidamente, en función de los tiempos que corren, a la apuesta por lo indecible que aún escapa al mundo de lo virtual, al desafío por lo que puede provocar un decir cuando encuentra un cuerpo y soportar, quienes practicamos el Psicoanálisis, que necesitamos de un tiempo para relevar e investigar las consecuencias clínicas de una práctica a la que no habríamos llegado de no ser por el confinamiento.

*Graciela Martínez es psicoanalista, miembro de la EOL, AMP. Docente responsable en el Departamento Cuerpo y Psicoanálisis del CIEC

NOTAS:

[1] En la presentación de las próximas jornadas “ ¡Todo bien! Las paradojas del bien y lo inconciente” EOL Sección Córdoba

[2] “La vida on-line” EOL Sección Cba. e “Hiperconectados”EOL