por Ceres Lotito*
¿Cómo entender lo trans? ¿Desde donde interrogarlo?
¿Podemos hablar de una clínica específica trans?
Son las preguntas que han dado lugar a estas reflexiones.
El malentendido entre los sexos, de una u otra manera, ha estado presente en todas las épocas. El lenguaje es el responsable. Los sujetos transexuales nos confrontan con algo que el psicoanálisis conoce muy bien, a saber: que la naturaleza no lleva inscrita ninguna norma cuando el lenguaje la ha contaminado, de igual modo que las posiciones sexuadas no están en consonancia con las estructuras clínicas
Desde el psicoanálisis sabemos que el cuerpo no es sino la caja de resonancia de la pulsión. No es el cuerpo el que habla, sino que se habla con el cuerpo. Ante la manida expresión “he nacido en un cuerpo equivocado”, habrá que dar el tiempo necesario para que cada sujeto pueda construir su relato y armar el singular bricolaje que le permita una relación más pacífica con su goce.
Como psicoanalistas, en la escucha de cada persona que se dirija a la consulta con una problemática relativa a “lo trans”, debemos orientarnos a localizar lo heterogéneo y singular del sujeto que habita allí.
Gustavo Dessal [1]señala que el motor secreto de la lucha por los derechos civiles siempre ha sido la lucha por los derechos del goce, por lo inseparable que resulta la economía de la dinámica libidinal. El Discurso del Amo empuja hacia una simetría conservadora que salta por los aires ante las exigencias que el goce impone a los seres hablantes. Ante ello, el Discurso Capitalista todo lo recicla, hasta el punto de convertir las voces críticas en material aprovechable. Así es como, ni tan siquiera los movimientos LGTBQ+ pueden evitar ser fagocitados por el mismo sistema que de entrada los excluía.
Si bien la ciencia ofrece la posibilidad de transformar el cuerpo y la ley lo legitima, como analistas sabemos que de lo que se trata no es del mero enunciado desde el yo, sino de una elección de goce. Elección inconsciente.
Por un lado, se habla de “identidad de género”, cuando sería conveniente distinguir entre identidad e identificación. Por otro lado, se reivindica lo “queer” desde donde se pretende hacer saltar por los aires el binarismo de género, abocándolo a la deconstrucción.
Nuestro mundo contemporáneo ha dado un salto de vértigo. Del Nombre del Padre, en el que el padre oficiaba como semblante de la ley y agente de la castración que imponía la restricción del goce y la heterosexualidad como norma; hemos transitado al Padre sin nombre del Superyó, voz anónima que empuja a desafiar los límites, al “todo es posible” y al gozar hasta morir. Puesto que, lo sepamos o no, esta tesitura nos concierne a todos, mejor estar advertidos.
En cualquier caso y más que nunca hará falta un tacto exquisito para abordar y explorar un campo habitado por mucho sufrimiento y discriminación. A la par, un importante contingente moviliza la lucha en la calle para conquistar un espacio de reconocimiento que dignifique su lugar.
La tesis de Lacan sostiene que “el cuerpo nos es otorgado por el lenguaje, es una construcción”. ¿Pero qué sucede cuando ese cuerpo se percibe como un cuerpo “equivocado”?
¿Qué construcción ha acontecido según haya sido deseado o rechazado por el Otro?, o ¿Qué reinvención se está demandando como identidad que responda a una identificación idealizada? ¿Qué deseo está en juego y desde que posición sexuada se juega?
Ante la vivencia subjetiva de sentirse habitando un cuerpo equivocado, resulta más que necesario dar una oportunidad a los tiempos lógicos del inconsciente. Que el instante de ver pueda dar lugar a un largo tiempo de comprender antes de encontrar el momento de concluir.
Quizás así se pueda subvertir la urgencia en la adopción de una identidad que lo represente en lo social o, acompañarlo, cuando la salida sintomática apunte a “lo trans”, para que pueda construirla con la calma necesaria. Si nos detenemos en la clínica con niños, será a través el juego, como recurso lúdico a su alcance, donde encuentre la forma de metaforizar lo insoportable. Acto creativo que ofrece al goce la posibilidad de encontrar vías de tramitación.
Lacan en el Seminario 19[2] nos habla del “error común de los transexuales”, al suponer que la función sexual sería dada por el órgano mismo y llegar a demandar la intervención quirúrgica. Cuando eso sucede es preciso contemplar la posibilidad que la estructura psicótica esté ahí.
En ocasiones el sinthome opera con armadura fálica, en otras, con certeza trans, En cualquier caso, la particularidad de la escucha caso por caso, nos permite ver que no se trata de binarismo, sino de posiciones con la marca singular de una modalidad de goce. Por ello, cada ser hablante está convocado a inventar su propio y singular bricolaje que por pura lógica conduce a la multiplicidad de identidades.
[1] Dessal, G. “Across the Universe sin salir de Manhattan” en Género, cuerpo y psicoanálisis Autora y compiladora: Beatriz Tendlarz. Buenos Aires. Grama, 2020 pág. 21
[2] Lacan, J. Seminario 19. …o peor. Paidós. Buenos Aires, 2012 Pág. 17
*Ceres Lotito es participante del Taller de la Palabra en Medicina, psicoanalista en Barcelona, miembro de la ELP y la AMP.