por Carolina Tarrida*
El pasado sábado 26 de enero, tuvo lugar la primera sesión de las Matinées que bajo el tema “La posición del profesional” se tituló “A mitad de siglo XX”. Esta primera reunión estuvo a cargo de Araceli Teixidó y Paula Legleyze y tuvimos la ocasión de conversar alrededor de la relación asistencial, a partir del capítulo “Somos familia” de la serie “Llama a la comadrona” (ver programa en Actividades de la Web).
Querría destacar uno de los muchos puntos interesantes que se conversaron durante el animado debate que tuvo lugar tras la proyección. La discusión giró durante ese rato, alrededor de la posición de la enfermera protagonista, Jenny Lee, que en una escena muy complicada en la que su paciente moribundo le pregunta si se va a morir, ella logra mantener su subjetividad fuera de escena, preservando así a su paciente, pero a la vez no dimite de un acompañamiento muy humano.
Esta escena nos permitió conversar sobre qué quiere decir y qué puede suponer, la posición “neutral” del profesional. Se apuntó entonces a que la neutralidad debería hacer más referencia a preservar al paciente del fantasma del profesional, de su vivencia subjetiva de la situación, que no a una posición distante y fría por parte de éste, que puede dejar al paciente en una situación de soledad e indefensión importante. A menudo, en la práctica asistencial tan orientada hacia esta neutralidad, se puede dar el malentendido de caer en una posición defensiva de una frialdad aséptica casi propia de un técnico de laboratorio, más que de un profesional sanitario.
Se trata pues de dejar fuera el propio fantasma, para atender así a aquello que le ocurre al paciente, y no lo que le ocurre al profesional. Pero esto no tiene porqué suponer una relación de frialdad y septicidad. Una vez más, se trata de la posición del profesional sanitario, no de técnicas de atención. No hay técnica, ni pauta, ni protocolo que puedan sustituir a la posición particular que cada profesional va a tomar en su práctica, pero sí hay una orientación hacia el sufrimiento y su vivencia subjetiva tan particular en cada caso. En este capítulo pudimos ver, cómo la atención de las profesionales se puede guiar sobre todo siguiendo la lógica que cada paciente va dejando ver.
En definitiva, se trató de un buen espacio para conversar alrededor de la posición de cada profesional particular al enfrentarse a cada paciente particular.
*Carolina Tarrida es psicoanalista miembro de la AMP y la ELP, coordinadora responsable del Taller de la Paraula en Medicina de la SCB y coordinadora de la Red Psicoanálisis y Medicina