por Kepa Torrealdai*

Psicoanálisis y Medicina

Advertía Jacques Lacan en la Conversación que está transcripta en Psicoanálisis y Medicina de 1966 que la posición tradicional del médico se vería amenazada por la aceleración del avance científico y que será desde el exterior de su función, en la organización industrial desde donde se le serán suministrados tanto los medios como las preguntas por donde se establecen las constantes biológicas y se instaura en su dominio ese despegue de la evidencia del éxito**.

Expone que el médico será reclamado desde el mundo científico como un agente distribuidor para que ponga a prueba los diferentes agentes terapéuticos… Se pregunta en qué lugar está el límite, donde el médico debe actuar y que ahí tendrá que responder a algo que se llama demanda.

El poder generalizado de la ciencia da a todos la posibilidad de venir a demandar al médico su ticket de beneficio. Será en el registro del modo de respuesta a la demanda del enfermo que está la chance de supervivencia de la posición propiamente médica.

Lo siguiente será señalar la estructura de la falla que existe entre la demanda   y el deseo y que no sólo no coinciden, sino que son a veces diametralmente opuestos.

Finalmente y como segundo punto Lacan rescata al Cuerpo del exilio de la dicotomía cartesiana, un cuerpo “vivo” que está hecho para gozar. Dimensión de goce que ha quedado completamente excluida por lo que denomina la falla epistemo-somática (entre el saber y el cuerpo).

Entonces dos puntos de referencia: la demanda y el goce del cuerpo. Y explica que la dimensión ética es la que se extiende en la dirección del goce.

Será el señor Royer, pedíatra de la sección de nefrología infantil, quien interpretará a Lacan: diciendo “que es inaceptable que diga que los médicos somos “simples distribuidores de medicamentos” suministrados por las firmas farmacéuticas.” y sigue “Había venido aquí con la esperanza de que pudiéramos encontrar un lenguaje común, puesto que está usted interesado en problemas de lingüística.”

Con todo, Lacan adelanta ya en 1966 un problema capital, y será cómo el médico responderá a una doble demanda, bien a la del paciente y bien a la que viene de la instancia científico-industrial. Es en ese punto donde surge el apelativo “distribuidor de medicamentos”.

“El expendedor de recetas”

Del “Distribuidor de medicamentos” podríamos avanzar hasta “El Expendedor de recetas” que engloba al anterior pero que también lo amplía. Dentro de las recetas posibles a expender, además de los medicamentos, se abre un abanico más amplio donde proliferan las soluciones sencillas para problemas complejos.

Se podría decir que estamos siendo testigos de un reduccionismo metodológico que nos lleva a una simplicidad ontológica. Rescato el concepto de la navaja de Okham: “En igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable” aunque tiene un añadido “pero no necesariamente la verdadera”.

En medicina nos enfrentamos a problemas complejos como la enfermedad, la muerte y otros, que angustian tanto al paciente como al profesional. En oposición a las soluciones sencillas estamos abocados a manejar un margen de incertidumbre que nunca se iguala a cero. Bien en las pruebas diagnósticas donde la Sensibilidad y la Especificidad casi nunca es del 100%, como en los efectos del tratamiento, que no siempre son los esperados.

En el manejo de esta falla, de este margen de incertidumbre, se jugará muchas veces el resultado de una intervención. Obviarlo puede tener efectos catastróficos. ¿Entonces cual es la salida a este callejón y a esta deriva solucionista?

La guía podría estar en la propia relación clínica. La relación clínica, cuando se establece, puede hacer de punto de capitonado en la deslizamiento de  la multiplicación de pruebas diagnósticas innecesarias, que supondrían la fantasía de taponar el margen de incertidumbre. La relación clínica puede tener un efecto de tampón, de Buffer, para ese hueco para esa falla estructural. Podría reducir, tamponar la acidez de un desenlace desafortunado, la angustia del paciente y también la del médico.

Desde el psicoanálisis puede llamarse a esta relación clínica: la transferencia. Es la investidura que se hace del médico de parte del paciente, suponiéndole un lugar de saber.

Desde ahí será y asumiendo el margen de incertidumbre que el médico podrá responder de otra manera. 

“Mi receta”

Para cerrar y como receta que hago propia, que rescato del texto de Psicoanálisis y Medicina, sería enseñar a los estudiantes de medicina lo que quiere decir un significante y un significado. Es decir que se pueda enseñar lingüística en la Facultad de Medicina, para que no estén inermes ante las diversas demandas y puedan devolver al cuerpo vivo el lugar que le corresponde.

*Kepa Torrealdai es médico de familia y psicoanalista

**Ponencia presentada en el encuentro Tenemos que Hablar (5) el 2 de marzo de 2019 en Barcelona