por Lierni Irizar*

Comentario a la noticia: Matarse por vivir más http://www.elmundo.es/papel/historias/2018/09/21/5ba10cca468aeb495a8b45b2.html

Este artículo refleja diversos puntos de vista sobre la actual obsesión por la salud y el rechazo radical de la muerte.

En él se presenta el ensayo Causas naturales, cómo nos matamos para vivir más de Barbara Ehrenreich que analiza lo poco saludable que resulta en la actualidad la búsqueda de la salud.

El nuevo higienismo contemporáneo llena la vida cotidiana de imperativos de cuidado que muchas veces son sumisamente aceptados por una población que busca cada vez más algún tipo de salvación por el cuerpo. Parece que el ideal contemporáneo es la duración de la vida, durar más allá de cualquier otro deseo que otorgue algún contenido a esa tiempo anhelado.

Este discurso tiene una vertiente sádica que Freud describió muy bien como el “superyó”, instancia interna que exige al sujeto cada vez más renuncias y cuya severidad crece además según dichas renuncias van en aumento. Es un funcionamiento con efectos mortíferos que no lleva a ningún tipo de bienestar.

Comprobamos que los ciudadanos se someten en la actualidad a todo tipo de pruebas diagnósticas, estudios y valoraciones que forman parte de una medicina cuyo furor por prevenir y alcanzar la salud, es inseparable de las dinámicas neoliberales contemporáneas. El discurso biomédico contribuye a su manera a convertir a todas las personas implicadas en objetos del mercado: médicos, pacientes, sanos y enfermos.

Se olvida que el cuidado de sí, no es algo que se pueda imponer desde fuera sino que en muchas ocasiones, es el resultado de una elaboración personal que permite tomar decisiones que no atenten de forma directa contra la propia vida. Esto no es sencillo ya que como Freud planteó a través del concepto de “pulsión de muerte”, el humano muchas veces no busca su bien.

Asistimos hoy a la medicalización de la vida que incluye también la medicalización de la vejez y la muerte. Esta dinámica forma parte de un discurso y una praxis que en muchos aspectos preventivos y terapéuticos implica un exceso de intervención que está propiciando que algunos profesionales cuestionen el modelo imperante y planteen la necesidad de una medicina con límites. Considero que esta cuestión es fundamental ya que aunque el discurso capitalista no le da un lugar, el humano es un ser limitado y la medicina es también un saber y una práctica con límites. Conocerlos y pensarlos es necesario en esta época en la que no queremos saber nada de la enfermedad y la muerte y no soportamos ningún tipo de falta ni límite.

Esta crítica no supone sin embargo una demonización de las prácticas médicas necesarias y fundamentales en muchas situaciones. Se impone una reflexión dentro y fuera de la medicina para pensar qué salud, qué vida y qué muerte queremos.

*Lierni Irizar es psicoanalista, miembro de la ELP y la AMP