por Guy Briole*

TH6** propone esta frase de Lacan a Guy Briole  : “El neurótico es un enfermo que se cura con la palabra, ante todo con la suya. Debe hablar, contar, explicar él mismo. Freud define la cura como la asunción por parte del sujeto de su propia historia, en la medida en que ella está constituida por la palabra dirigida a otro.

El psicoanálisis es el reino de la palabra, no hay otra medicina, otro remedio. Freud explicaba que el inconsciente no es tanto profundo como inaccesible a la profundización consciente. Y dijo que, en este inconsciente, algo habla: un sujeto en el sujeto, que trasciende al sujeto. La palabra es la gran fuerza del psicoanálisis”.

«Entrevista a Jacques Lacan» en la revista Panorama (1974). En El Psicoanálisis núm. 27

COMENTARIO:

Original en Français

El tema, tomado de Freud, insiste con razón en el hecho de que el psicoanálisis es “el reino de la palabra”. El parlêtre está enfermo por ser un hablante y, sin embargo, no puede ser tratado más que con la palabra. Se precisa tiempo.

Y todo esto sin contar con los analizantes de nuestra actualidad y con la demanda que los lleva a dirigirse a un analista. Más que por la falta, las demandas se orientan en mayor medida por ese suplemento de goce que los discursos actuales les prometen y que no llegan a alcanzar. No se trata, pues, de una falta de deseo, sino que lo que falta es algo en la vertiente del goce. No es una “falta”, sino “algo que falta”, un en-menos en relación a un en-más que se espera. De esta forma, no es el Edipo lo que está en juego para ese parlêtre, sino cómo podrá arreglárselas para no alienarse a lo que la modernidad le propone y que no se corresponde con lo que siente. La demanda no está relacionada con un pensamiento neurótico que obstruya, sino con algo que no es posible experimentar en el cuerpo. La falta no aparece en el desear, se trata de falta en el gozar.

La demanda entonces toma a menudo la forma de un “¿Qué puede Usted hacer por mí?” Se exige una respuesta inmediata ante lo que “no va bien” y que, sin embargo, es constitutivo del sujeto mismo. Esto se ha convertido hoy en día en algo insoportable que conduce a un callejón sin salida a la tarea del sujeto de preguntarse por su deseo y por cómo podría desenmarañarse de sus claudicaciones, es decir, de sus obstáculos.

¿Cómo abordar a un sujeto que lo que quiere es las claves para el ajuste de su goce? ¿Cómo hacer emerger un síntoma analítico en un sujeto que está más interesado por un “saber hacer” del analista, que por suponerle un saber y adentrarse en el trabajo analizante, por someterse a la asociación libre?

Aunque ese sujeto no crea en el inconsciente, se dirige, sin embargo, a un analista. Por más que venga a verlo como uno de los “medios” a su disposición, la cuestión también recae en el analista y en lo que haga con esa demanda.

No basta con que el analista haya detectado los cambios en las demandas actuales que tenderían a cortocircuitar la palabra, pues de alguna manera eso lo hace el síntoma. Es necesario responder en acto, con una respuesta que no sea un “te voy a decir lo que te pasa”, que propicia que el sujeto se calle, sino planteada en términos de no saber y que ofrezca cuidadosamente un espacio vacío en que el sujeto pueda albergar su palabra.

Traducción de Eduard Gadea

*Guy Briole es médico psiquiatra, psicoanalista en Barcelona y en París. Profesor agregado, fue jefe del Servicio de psiquiatría en el Hospital Val-de-Grâce (París). Analista Miembro de la Escuela (AME) de la Ecole de la Cause Freudienne (ECF) y de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis (ELP) – Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP).

**En el espacio preparatorio hacia el encuentro «TENEMOS QUE HABLAR 6» – que enviamos a través del Boletín – nos acompañamos de citas, fragmentos literarios, producciones artísticas. Contamos especialmente con los comentarios de diversos colegas en relación a las preguntas y fragmentos de textos que les hemos propuesto. Esperamos que sus palabras produzcan en cada uno resonancias que nos pongan al trabajo y que podremos compartir en el encuentro.