Reseña elaborada por Ana Aranguren, socia de la sede y miembro de la comisión BOL San Sebastián.

El 13 de Junio se presentó en Donostia-San Sebastián el libro “La pérdida del humano” -El modo en que se trata el sufrimiento, la enfermedad y la diferencia-de Lierni Irizar- socia de la Sede de San Sebastián- publicado en Ediciones Beta.
Esta actividad organizada por la Biblioteca de Orientación Lacaniana-Sede San Sebastián de la ELP- contó con la colaboración de Donostia Kultura y se realizó en la Biblioteca Municipal de la ciudad.
La presentación del evento corrió a cargo de Isabel Montes-Directora de la BOL de la Sede de San Sebastián- quién mostró su placer al presentar este libro, el cual es una reflexión sobre la visión que nuestra época tiene del ser humano y su felicidad en un momento en el que prima tanto el reduccionismo como el cientificismo dogmatico constituido como una nueva creencia. Frente a esta tendencia la autora tomó como eje, para buscar alternativas diferentes, las fuentes tanto literarias como filosóficas, antropológicas o psicoanalíticas, que retoman una idea del humano como ser del lenguaje y respetan el valor de la subjetividad.
Resaltó el análisis de las referencias literarias que la autora hace en el libro, por lo bien que muestran como cada sujeto, en la situación novelada, confrontado a la enfermedad o al sistema, se posiciona, subjetiva la situación y elige de una forma particular.
Dio las gracias a la autora por lo que el libro puede ayudar a reflexionar de manera multidisciplinar sobre esa “extraña realidad que es el ser humano”. Tras esta presentación Isabel Montes pasó la palabra a los participantes en la mesa.                                                                                       
Comenzó su intervención Maribel Aranjuelo, psicoanalista y socia de la Sede de San Sebastián de la ELP, expresando su satisfacción por participar en esta presentación, fundamentalmente porque es un libro que contribuye a la extensión del psicoanálisis de orientación lacaniana. Destacó varias cuestiones analíticas basadas en Freud, Lacan y Miller, que la autora trata en su libro.                                                                              
En primer lugar hizo referencia a la “necesidad de amor del humano”. Somos seres de lenguaje. Somos hablados y nacemos como humanos por el lenguaje que está ahí antes que cada uno de nosotros y fuera de nosotros.                                                    
Citó también a Freud quién nos indica que “hay una tendencia agresiva innata en el ser humano”. La dialéctica entre Eros y Thánatos designa el hecho de que la condición humana está atravesada por la paradoja de que en ella reinan los deseos que promueven la vida, pero también la destrucción, y que por tanto gran parte del sufrimiento y del malestar es inevitable, estructural, y el designio de ser felices es más una utopía que una realidad.                                                                                 
Más adelante se refirió a las “dificultades para ser felices”. Freud nos avisó de la dificultad humana para la felicidad, de lo paradójica que es la satisfacción humana. Estamos en una época que se rige por un imperativo de goce continuo y que lo convierte todo y a todos en objeto de consumo y adicción (aparatos, sexo…), sin embargo, vivir humanamente supone poder hacer algo con el límite y la falta, buscar un camino propio, único y responsable en el que poder realizar la mejor jugada posible con las cartas que nos tocaron durante la partida.
Así mismo señaló que ante todo esto el psicoanálisis nos propone una “felicidad rara”, incómoda en estos tiempos. Por un lado nos recuerda la singularidad de cada sujeto y por otro, el hecho de que “no todo es posible para el humano” y que el dolor de existir estructural está ahí. Un proceso analítico, mucho más que una simple terapéutica, ofrece la travesía de una experiencia ética consistente en la reconciliación entre el sujeto y esa inconveniencia incurable con la que deberemos aprender a convivir.
Como último punto recogió el hecho de que el modo de entender lo humano tiene consecuencias fundamentales en aquellos campos en los que se trabaja con seres humanos y su sufrimiento. La autora, en su libro, explora principalmente la enfermedad, en la que la pérdida ocupa un lugar central y analiza las dificultades de la biomedicina actual para asumir que además de los procesos orgánicos, hay un sentido simbólico de los síntomas que es siempre particular, y que por lo tanto, es fundamental la escucha de lo que para cada sujeto implica la enfermedad.
Maribel Aranjuelo terminó haciendo suyas las palabras de la autora y concluyendo con una apuesta, la de que cada uno de nosotros nos ocupemos de nuestras pérdidas y dificultades para ser felices.
Después tomó la palabra Pablo García, Trabajador Social, quién comenzó diciendo que según las tesis que la autora recoge en el libro, las personas somos seres que, a partir de nuestra condición biológica, habitamos en el lenguaje y somos habitados por él. El hecho de ser alumbrados por la palabra y nacer a ella constituye el inicio de una búsqueda de sentido para nuestra vida a través de territorios regidos por la complejidad y la contingencia. Cada época histórica nos propone atajos para eludir el reto. La nuestra nos invita de manera imperativa vigrx plus reviews a un pseudo-goce alcanzable a través del consumo de productos. La alianza entre el capitalismo y la tecnociencia nos lanza señuelos que nos mantienen atados a una espiral de insatisfacción que se retroalimenta y que nos aleja cada vez más de la posibilidad de vivir humanamente. La autora afirma que el camino para reconquistar la opción de una existencia digna pasa necesariamente por escuchar al ser humano en su subjetividad, y ayudarle a encontrar “un camino propio, único y responsable”. Una dimensión del sujeto de la que se ocupa el psicoanálisis-
Subrayó que la actitud atenta hacia lo singular que hay en cada uno de nosotros es especialmente importante en los contextos de asistencia, acompañamiento y cuidado. La autora se detiene especialmente en la relación médico-paciente y aboga porque ésta sea no jerárquica y dé un lugar central a la dimensión narrativa de la enfermedad y al sentido simbólico que da a los síntomas quien los experimenta.                                                              
En el libro también hace referencia a lo social, a la labor socializadora de la sociedad, tanto con personas integradas como excluidas. Sobre estas últimas, los servicios sociales y educativos ejercen una presión dirigida a que se ajusten al estándar de vida considerado normal, y ante esto hay intervenciones que conducen al fracaso y reducen más las limitadas posibilidades de estas personas para acceder a una vida humanamente mejor.
Concluyó señalando que al igual que la sanidad, lo social está siendo ocupado por el tecnicismo y la lógica económica y empresarial. Por lo que, y en sintonía con la autora, lo social en estos momentos, tiene como reto colocar el protocolo y la cifra en el lugar que le corresponde, defendiendo un espacio y un tiempo para acceder y atender lo singular y subjetivo que hay en cada uno. Lo que nos constituye como humanos seguirá siendo algo personal, dinámico e irreductible que seguirá apelando a otro, también necesariamente humano, que lo escuche con incondicionalidad y respeto.
El último en comentar el libro fue Kepa Torrealdai, Médico de atención primaria, quién al abordar la relación clínica médico-paciente, habló de la necesidad de hacer una labor de adecuación del saber científico y universitario a la singularidad del paciente ya que en aras del bien y de lo bueno, a veces se llega a lo peor, cuando no se atiende al sujeto y no se lo respeta en su singularidad. Recalcó que hay que atender el cuerpo, la maquina, pero sin olvidar el trabajo con la palabra, saber usarla, y saber de sus efectos. La posición del médico de colocarse en falta, falta en saber, es la que abre un marco para escuchar el saber del paciente, posición ésta más honesta, pero quizás también más incómoda.
Finalizó su intervención preguntándose si el discurso del psicoanálisis podría casar con el discurso universitario-científico en la formación de los futuros médicos.
Por último intervino la autora del libro, Lierni Irizar, que ante un comentario realizado por Isabel Montes en relación al título, comenzó comentando el por qué del mismo: “La pérdida del humano” y no “de lo humano”. Es la pérdida del humano porque el título hace referencia al hecho de que humanizarse implica perder algo. El lenguaje introduce un vacío que es vivido como pérdida. Esta pérdida es muy difícil de soportar y por eso, para eliminarla, el humano trata hoy de superar todo límite con el riesgo que esto entraña de perdernos como humanos.
Comentó que el motor y el impulso para escribir el libro era su experiencia en el ámbito social y el de la enfermedad, tanto desde lo institucional como desde la sociedad civil y también desde la clínica, que le había llevado a constatar la existencia de una pretensión de normalización y en consecuencia, una exigencia de integración social. Valoró como fundamental su encuentro con el psicoanálisis ya que desde dicho saber se cuestiona la idea de normalidad, no hay nadie normal. Es necesario entender bien el caso por caso teniendo en cuenta los imposibles.
Señaló la responsabilidad que tienen quienes trabajan con personas para reflexionar sobre lo que es un ser humano y los ideales que guían su trabajo. Esta preocupación es la que le ha llevado a plantear en la primera parte del libro un análisis sobre la visión reduccionista del humano para defender la visión del psicoanálisis, el humano como ser hablante, sexuado y mortal. Realizando también un breve análisis del contexto de la época y de las consecuencias que esta situación tiene en el modo en que abordamos la enfermedad, el sufrimiento y la diferencia.
Tras las intervenciones se abrió un espacio para preguntas e intercambios de comentarios con el público asistente, donde se continúo hablando de todas estas cuestiones con mucho interés. Se retomó la idea sobre la posición de saber de los profesionales para señalar la importancia que tiene reconocer que de entrada desconocemos cuál es el bien del otro. También se habló del tema tan preocupante de la cuantificación y protocolización actual, señalando que es entendible a cierto nivel organizativo, pero que se convierte en problema cuando anula el acto del profesional.
En torno a la enfermedad se planteó la importancia de reconocer la complejidad de la misma y el modo en que lo subjetivo y el goce aparecen, resaltando lo revelador que resulta el efecto placebo.
La interesante presentación del libro promovió en el público asistente gran interés y el deseo de leerlo. Sería deseable que además se pueda conseguir uno de los objetivos de la autora, poder abrir una conversación entre diferentes saberes.