por Silvia Grases*

El segundo encuentro de “Al pie de la letra”, celebrado el 6 de mayo, nos convocó a conversar en torno a la lectura del libro de John Berger, Un hombre afortunado, con la presencia y la animación en el debate de Lierni Irizar, psicoanalista. Llegamos a este encuentro bajo las buenas resonancias del primero, realizado en marzo, animado en esa ocasión por María José Fernández de Sanmamed, médica de familia. Así, se trató de proseguir una conversación ya iniciada y que siguió su desarrollo entre encuentros a través de las aportaciones de textos de algunos de los médicos participantes, en el contexto del espacio preparatorio. El valor de estos textos, que pueden leerse en el sitio web de la Red, reside en que se trata de contribuciones que dan cuenta de las experiencias de cada uno en su práctica médica y transmiten precisamente las posiciones singulares con las que cada uno hace con eso insoportable.

Ha sido justamente el eje de Lo insoportable, ¿cómo se soporta? el que nos ha interrogado y  nos ha orientado en este club de lectura. En el primer encuentro,  La peste de Albert Camús nos permitió abordar lo insoportable del exceso de muertes que impiden aproximarse al caso individual, mientras que en esta ocasión, Un hombre afortunado nos ha confrontado a lo insoportable del encuentro individual. La apuesta de la conversación en este segundo encuentro era que el libro de John Berger, a través del relato de la historia de un médico rural, y de su posición como médico, en un contexto determinado y una época que ya queda atrás, podía, sin embargo, ofrecer elementos que nos orienten hoy.

Lierni Irizar introdujo la conversación a partir de preguntarse por lo que Berger quería decir sobre la historia del Dr. Sassal, aquello que lo impulsó a escribir el libro. Encuentra una respuesta del propio Berger cuando se refiere a que “no sabemos reconocer ni medir la contribución de un simple médico rural. Cuando digo medir no me refiero a calcular conforme a una escala predeterminada, sino más bien a calar su alcance”. En este sentido, propuso que el mensaje clave del libro se resume en otra cita de Berger: “un médico que no se limita a vender curas, posee un valor inestimable”. Lierni situó que hay dos agujeros fundamentales en la vida, el sexo y la muerte. A estos insoportables se encuentra confrontado el médico en su quehacer diario. Y así se puede ver en las viñetas que en el libro ilustran la práctica médica del Dr. Sassall. Estas le permitieron también a Lierni plantear una cuestión crucial: ante el “fracaso” de una intervención, ¿se trata siempre de fracaso? ¿O se trata del límite de una práctica?

Los participantes tomaron la palabra en la conversación para desarrollar esta cuestión a partir de las experiencias y posiciones de cada uno en el encuentro con pacientes y en el ejercicio de la medicina. Así, surgió diferenciar entre lo que uno hace para “hacer con” este insoportable de lo que uno hace para defenderse de ello, que lo insoportable confronta al médico con su propia muerte y es eso lo que no se puede soportar, como tampoco es soportable la falta de certezas, o bien lo es la demanda incontrolada, el exceso de visitas que el médico ha de atender. En la vía de esta delimitación de la distinción entre fracaso o límite de una práctica, se formuló también que el imperativo del Ideal -del ejercicio de la medicina- que habita a cada uno es el mayor insoportable, y se aportaron experiencias y testimonios sobre lo que algunos encontraron como dificultad y cómo hicieron y siguen haciendo con ello. Así, un médico encontró una posición en ciertos aspectos similar a la de Sassall en cuanto archivero de las historias de la comunidad en la que desarrolla su trabajo, otra médica destacaba el valor del vínculo establecido tanto con los compañeros como con los pacientes mismos. Se apuntó también a la necesidad de trabajar sobre estas cuestiones. En efecto, la conversación nos permitió trazar los contornos de dos tipos de insoportable. Un insoportable tiene que ver con una imposibilidad estructural, con lo real de la muerte. Se trata entonces de asumir que en la propia práctica de la medicina hay un límite, y eso permite poder soportar un poco mejor eso insoportable. Pero hay otro insoportable que tiene que ver con lo singular que confronta a cada profesional, con la propia muerte, con las incertezas, con el imperativo del Ideal, con la otredad, como recordaba Lierni Irizar, el no comprender como actúa otro, por qué hace lo que hace o bien por qué goza de un modo que nos es extraño, ajeno. Es en esa dimensión que cada uno está convocado a sostener un trabajo sobre las dificultades singulares y las vías para hacer con ello.

*Silvia Grases es Psicóloga, especialista en psicologia clínica, psicoanalista. Responsable del Servicio de Psicología de la Associació Catalana de l’HemofíliaPsicoanalista miembro de la ELP y de la AMP. Miembro del equipo de coordinación de la Red Psicoanálisis y Medicina (ICF)