por Mireia Montes*
Son muchísimos los interrogantes que me surgen en torno a cómo podemos ayudar a un paciente que nos hace esta demanda**. Como profesionales de la salud, se nos pide una nueva capacidad frente a los nuevos cambios sociales. Sin embargo, de fondo viven los valores de siempre; el respeto, la compasión, la ayuda, la valentía y la soledad.
Esta última, sin duda, puede ser compartida tanto por el profesional como por la persona que hace la demanda de recibir ayuda para morir. ¿Cómo podemos paliarla?
Pienso que es importante poner en valor al otro, e incluso poner en valor la red en la que vivimos, en la que convivimos. Es cierto, sabido y repetido que es precisamente por esta dimensión social que los humanos somos capaces de sobrevivir en las situaciones más hostiles, tanto físicas como psicológicas. Sin embargo damos poco valor a esta característica de la humanidad cuando hablamos de la muerte, y menos todavía menos cuando hablamos de ayudar a morir. No es cierto que sólo convivamos sino que también conmorimos. Es en este convivir y conmorir que se resuelve la soledad tanto para el profesional como para el paciente. Un acompañamiento mutuo y dialogante que abarca la dimensión más social del ser humano.
*Mireia Montes es Enfermera en el Hospital Comarcal de la Selva y Licenciada en Antropología social y cultural
**Desde la comisión organizadora hemos propuesto a algunos colegas:¿Qué preguntas te surgen frente a la demanda o posible demanda de un/a paciente de recibir ayuda para morir? ¿Qué cuestiones te has planteado o te plantearías en el tiempo de decidir? ¿Qué interrogantes te suscitan los efectos que estas demandas han tenido en ti? Es decir, no esperamos respuestas, esperamos planteamientos, preguntas, aperturas. Nos parece que en cuestiones tan delicadas, es preciso plantear bien las cuestiones y demorar el tiempo de responder