por Kepa Torrealdai*
Comentario de la noticia: El médico que receta no ir al médico: «Un paciente de 85 años no debe ir a la UCI»
En este artículo que me dispongo a comentar se transcribe una entrevista al Dr. Antonio Sitges-Serra, catedrático y exjefe de Cirugía del Hospital del Mar de Barcelona. Acaba de escribir un libro con un título provocador: “Si puede, no vaya al médico”.
En la entrevista se tocan puntos muy interesantes de la deriva de la medicina actual, entre los cuales destacaría una denominación que me ha resultado muy interesante: El “tecnoutopismo”. Llama así a una fantasía de poder dar esquinazo a la muerte a través de la tecnología. Idea que actualmente está en boga en el actual contexto cultural y socioeconómico, determinado por la alianza del capitalismo con la técnica. Advierte que quien va al médico encuentra no sólo un profesional, sino todo un sistema sanitario cuya prioridad no es necesariamente su salud. Es decir señala que existen otras prioridades que pueden consistir en un interés económico de las grandes corporaciones, por delante de lo humano.
Comenzaré por la tecnología y el problema del sobrediagnóstico. Pensábamos a priori que una escáner de alta precisión mejoraría el diagnóstico precoz de muchos procesos, por ejemplo tumorales, pero justo ahí, Sitges-Serra nos alerta del riesgo de los falsos positivos. Ninguna técnica diagnóstica es infalible, todas tienen su tasa de falsos positivos y falsos negativos. Es decir tasa de sanos que fueron diagnosticados como enfermos y enfermos que fueron etiquetados como sanos. Esto depende de la Sensibilidad y Especificidad de cada prueba diagnóstica, a saber S=VP/VP+FN, es decir la cantidad de enfermos etiquetados correctamente y E=VN/FP+VN, la cantidad de sanos correctamente diagnosticados.
Además como bien señala Sitges-Serra la introducción de la nueva tecnología va en contra de la curva de aprendizaje de los profesionales, que no acaban de dominar por completo la máquina cuando aparece la nueva versión.
Entonces, me gustaría dejar de un lado los Falsos Positivos, que nos llevarían a una mala praxis y a la instrumentalización innecesaria del paciente, para centrarme en los Verdaderos Positivos. En esos tumores de 2mm que señala, que la nueva tecnología ya puede detectar, en este caso habla de tiroides y próstata como ejemplos. Dice que son tumores que no te van a matar. Que en las necropsias de la mayoría de la población existen tumores que no iban a matar al paciente, que moriría de otra causa. Y así es. Pero pienso que donde hay que hilar fino es ahí, en saber que no todos los tipos tumorales matan y pasar el cedazo para diferenciar los que son realmente peligrosos de los que no precisan de ninguna cirugía y podríamos tolerar. Pero la cuestión es que esto no lo sabemos hasta tener el tejido tumoral bajo el microscopio y obtener el resultado de la anatomía patológica, es decir el resultado de la biopsia.
Tenemos que recordar que las máquinas de las que habla, son equipos de diagnóstico por imagen. La imagen hay que interpretarla pero además hay que corroborar esa interpretación sobre el tejido real. Es decir pasar de la suposición a un cierto grado de certeza. Con todo, dependiendo de la clínica se llevará a cabo o no el procedimiento de tomar una biopsia, que es siempre un proceso invasivo.
De esta manera se abre la dificultad de decisión para el médico y también para el paciente sobre cómo actuar en muchas ocasiones. Y lo que sucede actualmente al parecer, es que hay un cierto deslizamiento hacia una medicina defensiva que supone un posible encarnizamiento con el paciente.
Como bien señala este encarnizamiento está por un lado sostenido por la fe ciega en la tecnociencia que se ha constituido como nuevo Dios. La alianza del capital con la tecnociencia ha producido una nueva utopía, que promete dar esquinazo a la muerte en un futuro.
Sabemos que esto es un imposible. Recuerdo el cuento tradicional persa, en el que un criado ve que la muerte le hace un gesto en el mercado de Bagdad. Aterrado pide el caballo más veloz a su amo para huir lo más lejos posible esa noche, a la remota ciudad de Ispahán. El amo que a su vez se encuentra con la Muerte en el mercado de Bagdag le pregunta por qué ha asustado a su criado esa mañana. La Muerte le responde que no ha sido un gesto de amenaza, sino de asombro. Porque esa noche debía llevarse en Ispahán a su criado.
Entonces el relato nos apunta sobre el gesto que hace la Muerte, que es interpretado como una amenaza por el criado. De esta manera la interpretación del gesto, del signo, nos puede hacer tomar una orientación equivocada, sea esta sancionada como amenaza o como asombro.
Para esta deliberación creo que es necesaria la posición del médico que pueda usar el avance tecnocientífico de la buena manera. Sin profesar una fe ciega en esta nueva máquina, pueda discernir si el diagnóstico se trata de una amenaza mortal o simplemente de un hallazgo. Cuestión harto difícil viendo la multitud de variables que se juegan en cada caso. Sin embargo pienso que en la medida de que conozcamos mejor la biología y mecanismos de los tumores podremos separar cada vez mejor la paja del grano. Pero para esto habrá que hacer previamente un vaciado de fe en la tecnociencia. Se trata de una herramienta pero no puede llegar a ser un fin en sí mismo.
Para finalizar discrepo del título del libro. De vez en cuando, se puede acudir al médico para poder recibir una cierta ayuda en la interpretación de los signos que nos causan angustia.
*Kepa Torealadai es médico de atención primaria y psicoanalista