Red Psicoanálisis y Medicina:
Un reciente artículo publicado en El País* bajo el título “Alerta, pregunta incómoda: ¿está fracasando la medicina?” abordaba el problema del “exceso de estudios y guías clínicas que, obedeciendo a los intereses de la industria y la política sanitaria, no responden en la práctica a las necesidades de los pacientes”, y planteaba la importancia de recuperar la escucha del médico y la confianza del paciente. ¿Ha dejado la medicina de escuchar al paciente? ¿Un paciente necesita ser escuchado para ser bien atendido? ¿Es solo un reclamo de atención por parte del paciente? ¿Qué aporta la escucha del paciente a la función del médico hoy, que desarrolla un trabajo altamente tecnificado?
* Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/08/31/buenavida/1472648769_377736.html
Manuel Fernández Blanco[1]:
El médico y los demás profesionales de la salud han perdido, en gran medida, la posición de aquel a quien se le supone el saber. El saber ya no se encarna, se transfiere al discurso actual de la ciencia que, como el sujeto hipermoderno, ignora la castración. Por eso quien consulta se presenta bajo la lógica empresarial del problema-solución. Esta lógica es reforzada por el discurso del derecho a la salud. Si la salud es un derecho, y no me la proporcionan, me están privando de un derecho. Se generaliza así la sospecha de negligencia. La suposición de saber ha sido sustituida por la sospecha, lo que avoca a la medicina defensiva. En este contexto, el protocolo pasa a ser la gran arma de protección. La mayor barbaridad, si se hace siguiendo el protocolo, salva al médico. El protocolo tiene efectos especialmente graves en el campo de la salud mental. Es un arma al servicio del desconocimiento profundo de lo real en juego. Es la máquina más poderosa de desconocimiento. En nombre de la protección del paciente, convertido en cliente, se le veda el acceso a su verdad más íntima, al conflicto con su goce, a la causa de su sufrimiento. El protocolo es un muro que se opone a la escucha. El protocolo nos hace a todos sujetos de la estadística, es decir inexistentes, borrando la singularidad. El protocolo es defensa frente a la reclamación del paciente, pero nos granjea su desprecio. Más aún si su demanda fundamental es la de ser reconocido como enfermo. Recordemos que Lacan decía que el paciente tomará como desprecio cualquier palabra que se comprometa con su error.
[1] Manuel Fernández Blanco es Psicoanalista. Miembro AME de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis (ELP) y de laAsociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). Docente del Instituto del Campo Freudianoy director de la Clínica del Campo Freudiano en A Coruña. Psicólogo clínico del Servicio de Psiquiatría del Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña.